Dr. Atl Gerardo Murillo y su paso por el volcán Paricutín en Michoacán

Dr. Atl y el volcán Paricutín: arte, ciencia y fuego en Michoacán

Cuando el volcán Paricutín brotó del suelo michoacano en 1943, no solo conmocionó a los geólogos del mundo. También encendió el corazón de un artista singular: Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl, pintor, científico, filósofo y fervoroso amante de los volcanes. Su relación con el Paricutín no fue anecdótica, fue existencial. A través de su obra y sus escritos, Atl nos legó una visión del paisaje mexicano que fusiona arte, ciencia y pasión telúrica.

«Dr. Atl, un seudónimo significativo
«Atl» significa «agua» en náhuatl. Gerardo Murillo eligió este nombre como muestra de su amor y respeto por la naturaleza»

¿Quién fue el Dr. Atl?

Gerardo Murillo nació en 1875 en Guadalajara, Jalisco. A lo largo de su vida adoptó el seudónimo «Atl», que en náhuatl significa «agua». Fue un pionero en el arte moderno mexicano, defensor del muralismo y precursor del arte al aire libre. Su interés por los volcanes comenzó temprano, pero se intensificó tras sus estudios en Europa, donde conoció el movimiento simbolista y las vanguardias científicas.

El Dr. Atl no fue un pintor cualquiera: fue un geólogo autodidacta, un naturalista comprometido, un escritor prolífico y un personaje excéntrico que veía en los volcanes una especie de manifestación divina. Su vida giró en torno al fuego telúrico: el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, el Citlaltépetl… y finalmente, el Paricutín. Referencias del Dr. Alt

El nacimiento del volcán Paricutín

El 20 de febrero de 1943, en el ejido de Paricutín, municipio de Nuevo San Juan Parangaricutiro, un campesino llamado Dionisio Pulido presenció el nacimiento de un volcán en su milpa. Primero fue una grieta, luego vapor, ceniza y fuego. En pocos días, la protuberancia volcánica creció a decenas de metros. Era el nacimiento del volcán Paricutín, el más joven del continente americano.

El fenómeno atrajo a científicos de todo el mundo. Pero uno de los primeros en llegar fue el Dr. Atl, quien había seguido con pasión la actividad volcánica mexicana durante décadas. Para Atl, el Paricutín no era solo un objeto de estudio: era una epifanía.

El Dr. Atl en Paricutín: el artista entre lava y ceniza

El Dr. Atl se trasladó a Michoacán casi inmediatamente. Instaló su campamento cerca de la zona de erupción y pasó largos periodos observando, documentando, pintando y escribiendo sobre el comportamiento del volcán. Se acercó tanto como pudo al cráter, poniendo en riesgo su vida, pero obteniendo a cambio una mirada sin igual sobre uno de los eventos naturales más asombrosos del siglo XX.

Durante meses, registró cada cambio en el paisaje, cada rugido del cráter, cada variación en los flujos de lava. Fruto de esta experiencia fue su libro «Como nació y creció el volcán Paricutín», una crónica apasionada que mezcla descripciones científicas con reflexiones artísticas, filosóficas y hasta espirituales.

En sus páginas se leen frases como: «El Paricutín no nació por accidente: fue una necesidad de la Tierra. Un impulso de su corazón ardiente.» Así concebía Atl al volcán: no como catástrofe, sino como creación. No como destrucción, sino como expresión de vida geológica.

Pinturas del Paricutín: paisajes en erupción

El Dr. Atl produjo una gran cantidad de pinturas y bocetos inspirados en el Paricutín. Utilizaba una técnica que él mismo desarrolló: la «Atlcolor», una mezcla de ceras y pigmentos minerales que resistía las condiciones extremas del campo volcánico.

Sus cuadros capturan la potencia estética del Paricutín: laderas incandescentes, cielos ahumados, explosiones de luz y ceniza. Pero también hay calma: crepúsculos sobre la lava enfriada, siluetas de campesinos evacuados, restos de iglesias semi sepultadas. La belleza y el espanto conviven en cada trazo.

Estas obras no son simples paisajes: son testigos de un momento histórico. El arte de Atl tiene valor documental, pero también metafísico. En ellas, la Tierra no es fondo: es protagonista.

El legado del Dr. Atl en Michoacán

La presencia del Dr. Atl en Michoacán marcó un hito en la historia del arte y la ciencia mexicana. Su trabajo sobre el Paricutín sirvió de referencia para sismólogos, vulcanólogos y artistas. Su libro se reeditó varias veces y sus pinturas se exhiben hoy en museos nacionales e internacionales.

Pero más allá de la obra tangible, su mayor legado fue demostrar que el conocimiento no debe compartimentarse. Para Atl, un volcán era un laboratorio, un lienzo y un altar.

SEO y relevancia actual

Hoy, el volcán Paricutín es un importante destino turístico y geológico en México. Y el nombre del Dr. Atl aparece recurrentemente en búsquedas relacionadas con:

Historia del arte en México en el Volcán Paricutín

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Turismo en Michoacán

Paricutín y Dr. Atl

Pintores mexicanos del siglo XX

Para quienes buscan información sobre el Paricutín, conocer el paso del Dr. Atl por esta región es fundamental. Su mirada permitió comprender el fenómeno más allá de la ciencia, integrando emoción, arte e identidad nacional.

Conclusión: un hombre hecho de fuego

El Dr. Atl murió en 1964, pero su legado sigue ardiendo. Su vida fue como un volcán: intensa, impredecible, generadora. Su paso por el Paricutín no fue una visita: fue una fusión. Allí encontró su paisaje interior, su tema eterno, su espejo mineral.

Hoy, quien sube al Paricutín camina entre piedras que conservan su mirada. Y quien contempla una de sus pinturas, escucha el eco de aquel fuego original.

Arte y el Volcán Paricutín

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